Lavorare stanca

Reseña publicada en el Suplemento Babelia de El País, 30 de marzo de 2013

LAVORARE STANCA

La abolición del trabajo, de Bob Black.

Pepitas de Calabaza Ed., Logroño, marzo de 2013 (68 páginas).

Por Pablo Nacach

“Nadie debería trabajar jamás”: con esta acertadísima sentencia, el furioso fourierista Bob Black (1951–¿?) da comienzo a un libro lleno de energía y vitalidad, un compendio apasionado, irreverente, divertido y sobre todo muy serio de citas incendiarias, frases lapidarias, preguntas nada tautológicas y respuestas siempre abiertas, reflexiones todas ellas que giran en torno a la urgente necesidad de abolir el trabajo forzado al que nos somete la sociedad. Llamamiento a favor de una aventura colectiva “basada en el juego voluntario, el júbilo generalizado y la exuberancia libre y recíproca”, La abolición del trabajo fue escrito en 1985, bajo la sanguinaria tiranía reaganiana de la que descendemos, y mantiene una feroz actualidad.

Atacando con la saña que se merecen a los superhéroes del “panteón productivista”, tanto a los calvinistas reseñados por Weber que “hoy serían considerados miembros de una secta”, como a quienes cometen la incongruencia de estar al mismo tiempo a favor de los obreros y del trabajo (Karl, querido…), hay que precisar que este texto no es una simple colección de frases ingeniosas o un elogio de la pereza por la pereza: su contenido resulta tan sólido como su continente.

Párrafo aparte merecen sus magníficas recomendaciones bibliográficas, empezando por Paul Lafargue, el “travieso yerno de Marx”, pasando por Fourier, W. Morris, Huizinga, “alguna que otra pista aquí y allá en Marx”, Kropotkin o los situacionistas, “tan lúcidos que resultan estimulantes”. Agreguemos de cosecha propia a Deleuze y su juego ideal “que trastorna la realidad, la moralidad y la economía del mundo”, a Bataille y su parte maldita, al pequeño Simon Tanner que odia la libertad “cuando me la tiran a la cara como se tira un hueso a un perro” y, cómo no, a la austera genialidad del lavorare stanca de Pavese.

Black augura una “Edad de Oro del diletante que dejará al Renacimiento en mantillas”. Aquí la esperamos (trabajando).

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